sábado, 3 de noviembre de 2007

La Europa políglota


Perece que al fin los distintos líderes de los países que componen la Unión Europea han llegado a un acuerdo sobre el tratado que dirigirá las instituciones y políticas europeas en el futuro. Pero ahora la pregunta que cabe hacerse es ¿en que lengua de las 23 existentes en Europa lo hará?

Es evidente que unos de los factores principales que obstaculizan el avance de la UE, unido al excesivo proteccionismo de los intereses de cada país, es la diversidad de lenguas que la integran. Aunque el inglés es el idioma escogido para comunicarse en las diferentes instituciones europeas, como en casi todas las organizaciones internacionales, me imagino que los estados miembros no verían con muy buenos ojos que esta lengua pasara a recibir el rango de lengua oficial de Europa. Pues es bien sabido que la lengua es una herramienta que además de servirnos para comunicarnos sirve para sentirnos integrados dentro de un grupo. Y no lo digo por el problema que se crea a la hora de que nuestros representantes se comuniques entre sí, problema aparentemente solucionado con los traductores, sino por el problema de comunicación existente entre los europeos, que en su mayoría sólo dominan una sola lengua. La facilidad con la que se puede viajar de un país europeo a otro es palpable pero sin embargo la integración entre los europeos no lo es tanto, ya que vemos a esa persona que habla otra lengua diferente a la nuestra como extranjero y diferente de nosotros. No nos tenemos que ir muy lejos para comprobar esta situación, un buen ejemplo es España, la cual, además de tener el castellano como lengua oficial en todas las autonomías, cuenta con otras cuatro lenguas (catalán, Gallego y vasco). Entre las cuales surgen innumerables momentos de tensión y son foco de gran cantidad de discusiones tanto en las instituciones como en la sociedad, sin que muchas veces se consiga que en los territorios en los que conviven puedan hacerlo con normalidad. Así que precisamente los españoles no somos un buen ejemplo para dar respuesta a la Europa políglota. Afortunadamente existen países como Sudáfrica ,que cuenta con 11 lenguas, en la que la diversidad lingüística es un signo de riqueza cultural y no por el contrario un motivo de diferenciación, del cual sí que podemos tomar ejemplo, los españoles por motivo doble, para formar un entramado institucional que nos represente a todos los europeos independientemente de la lengua que hablemos y que nos sirva para comprender que el echo de hablar otra lengua no conlleva la defensa de distintos valores a los nuestros. Viendo en la bandera europea unos valores que tienen la capacidad de expresarse en 23 lenguas.

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