martes, 5 de febrero de 2008

La nueva China

El papel, que el país con más habitantes del planeta ha jugado en éste ha cambiado considerablemente a lo largo de los últimos siglos, en especial en las últimas décadas del siglo pasado. China ha pasado de ser un país preferente por la mano de obra esclava en el siglo XVIII, a un país preferente por la rápida expansión de su economía. Aunque todavía conserve los vestigios de ese pasado comunista, que se han visto reducidos a un mero simbolismo, el país asiático no renuncia a engancharse a la economía de mercado dominante en el mundo. Pues, todos tenemos en mente algún bazar chino de nuestro barrio en el cual podemos encontrar casi de todo y a casi cualquier hora. Este hecho nos puede ayudar a darnos cuenta de la gran importancia que la economía china ha conseguido en solo unas décadas, mientras que la consolidación de las economías occidentales es el fruto de siglos enteros. Hoy en día, se nos hace habitual mirar las etiquetas de los productos que consumimos y leer “made in China”, en juguetes, calzado, ropa y desde hace poco hasta en comida.

Sin duda la rápida expansión de la economía de China se debe en gran medida a su población, 1300 chinos, que trabajan fervientemente por su economía y sobre todo por ganar un mísero jornal que el empresario occidental tiene el gusto de darle por las grandes ventajas que encuentra en el país asiático y en su población. Pero no solo los occidentales ven en el gigante asiático un suculento negocio, ellos mismos saben de la importancia de su economía y muchos de ellos aprovechan esta situación para sacar tajada. Con la gran población que alberga no es de extrañar el surgimiento de nuevos ricos chinos, que en un futuro, por muy comunistas que sean, no querrán vivir en un país que les ofrece pocas alternativas de ocio sabiendo de la existencia de Mallorca o Las Vegas. Y a todo esto Europa y América se echan las manos a la cabeza por el rápido crecimiento económico de los comunistas amarillos y su tesón y voluntad emprendedora, que más que vistas con buenos ojos son vistas con pánico y terror, pues saben que la conversión del país en la futura superpotencia es solo cuestión de tiempo.

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